Esta finca se encuentra en la población más blanca de Menorca, un legado histórico de la dominación francesa bajo Luís XV.
Su exterior, rodeado de un camino de piedra y césped, revela una finca rústica en tonos cálidos con techos característicos de la isla. Aunque completamente reformada, conserva su esencia única. Cada rincón de la casa principal y las dos casas de invitados refleja un detalle único, desde los techos hasta los marcos de las puertas, dotando a la propiedad de una personalidad distintiva. Con 290m2 de espacio habitable, los baños ornamentados con azulejos de diferentes colores y la decoración respetuosa con el carácter menorquín añaden encanto adicional.
El gran porche con una mesa para veladas veraniegas y un huerto ecológico complementan la experiencia. Con un clima ideal, podrás disfrutar de actividades al aire libre y absoluta privacidad.